sábado, 2 de julio de 2011

Los cojos también lloran


Hace cinco semanas que me operé la rodilla. Hace 15 meses que me la rompí. Llevo 37 días con la rehabilitación, y ya que no puedo permitirme las muletas del Rey –ni falta me hace- procuro hacer las cinco horas diarias ejercitando el cuadriceps. ¡Yo no voy a ser menos que el Rey!, pensé cuando oí la noticia.

Además he tenido tiempo de arrancar este Blog, hacer un curso de fotografía, comprarme una Reflex – ¡el tiempo que me ha llevado elegirla!-, leer unos libros, hacer los “deberes” con mi hija, preparar la programación de senderismo, estar eufórico tras la operación y  hundirme al ver que esta no resuelve definitivamente la lesión.

Últimamente no cojo el teléfono a los amigos que me llaman. Los malos momentos, son duros de compartir. Prefiero comérmelos sólo con patatas fritas y no descargarlos a los amigos. Así que para contestar con un falso “bien, estoy bien” no  descuelgo el móvil, ya devolveré las llamadas cuando salga a flote.

Esta semana comienzo con natación. La primera sesión me fue genial para la rodilla, pero me fastidié el hombro. Manda huevos. Así que ahora me toca nadar como los perros, sin sacar las extremidades del agua.

El primer día de piscina, el monitor nos dice a una chica y a mí, que hiciéramos  un largo para evaluarnos. Me zambullí y nadé con mucho estilo. De las cinco calles, nos puso en la número dos, pero a los cinco minutos la chica nadaba en la calle cuatro. A mi me dijo que pasara a la uno, que estorbaba al resto. 

Entonces pensé, tengo que esforzarme si no quiero que me saque de la piscina y me envíe a la piscinita de la tercera edad, donde se hallaba mi madre. En ese instante recordé y comprendí porque a mis hijos mayores no les gusta venir de excursión con sus padres. Es como si te rebajaras. Menuda tontería llevamos escrita en los genes. Total que como no podía mover mucho las piernas, avancé forzando los brazos. 

Y heme aquí, escribiendo como puedo y sin poder ir a la excursión del Kayak a la que me había inscrito pensando que para ello no necesitaba las piernas, sólo brazos y cabeza.

Comencé cojo y termino manco. Virgencita, virgencita, ¡que me quede como estoy!


Otra vez será.

jueves, 30 de junio de 2011

Malos tiempos para la lírica

De niño no fui un buen estudiante. De joven tampoco. 
Al cumplir veinte años, tras fracasar en la carrera que no se por qué elegí; al tiempo que hice la mili, decidí estudiar lo que me gustaba. Entonces aprendí a estudiar, a disfrutar aprendiendo, a saber lo que es una matrícula y la gozada de conseguirla.

Cuando a los veinte años descubres que no eres tonto, estudias con avaricia, no te conformas con cualquier nota. Cuando aprendes que el éxito va precedido del orden, la disciplina y el gusto por el trabajo bien hecho, ya no hay nada que se te ponga por delante.

La historia se repite. Mi hijo parece llevar los mismos pasos que yo. Y de nada vale mi experiencia. Sin embargo, para entonces ya tenía a mis espaldas diez años de vida laboral a las ordenes de mi padre. Trabajo sin remunerar, pero trabajo que ayuda a valorar las cosas en su justo término, que forja el carácter y curte el espíritu.

Recuerdo que cuando mis amigos se iban al cine, la tarde de algún domingo -aún no había televisión- tenía que ayudar a mi padre a sacar la fruta de la cámara frigorífica a las estanterías. Los lagrimones y hondos suspiros de impotencia no los he olvidado, pero sé que estos me hicieron fuerte para afrontar posteriores reveses de la vida.

Hoy las cosas están mucho más jodidas: no hay trabajo. La competitividad en cualquier ámbito es brutal. Mi hijo aún no se ha enterado que no basta con aprobar. Al final el mercado de trabajo, como la montaña, pone a cada uno en su sitio. Los más fuertes, astutos y preparados llegan los primeros a la cima, y el resto van llegando como pueden, situándose a media ladera donde les dejan. Otros desisten y se quedan por el camino. El guía te aconseja y anima, pero la montaña tienes que subirla tú.

La realidad es que el futuro es incierto porque están cambiando los escenarios y las reglas del juego. Nuestros hijos, no tendrán nuestra calidad de vida. Al menos como la hemos entendido, con un trabajo estable y medio bien remunerado que te permita unas vacaciones, una casa en la playa o campo, viajes ...etc. Por ello creo que el mejor legado que podemos dejarles es su educación, por más que les cueste a ellos y a nosotros. 

Pero no sólo una educación instrumentalista basada en el domino de unas técnicas al servicio del empleador, sino educación en el amplio sentido de la palabra. Educación en valores con los que aprendan a enfrentarse la vida y adaptarse al medio sin que este les fagocite o les expulse. No les deseo la felicidad del canario en su jaula de oro, ni a la libertad del perro tirado en la carretera, ya que ambas son una falacia.

Los avances históricos suceden en forma de evolución y revolución, se escriben con crisis y retrocesos, para posteriormente resurgir de las cenizas. 
Lamentablemente, en esta crisis aún queda mucha leña por arder.

Lo dicho, malos tiempos para la lírica.  

martes, 28 de junio de 2011

Tarjeta de visita. Yo, mi, me, conmigo.

Me llamo Cristóbal. Hace medio siglo, nací en Las Palas. Conforme pierdo frescura, gano experiencia. Amo y vivo Cartagena. Me siento murciano y ciudadano del mundo. Tengo –no poseo- esposa y tres hijos en los que pienso cuando escribo.

Trabajo de mercader del siglo XXI. Colaboro en el Centro Excursionista de Cartagena y con un partido político de índole progresista, aunque no suelo hablar de ello para evitar los prejuicios que pueden trabar relaciones personales auténticas.

Soy del Barça desde que mi tía Montserrat me llevó al Camp Nou siendo niño y me regaló una camiseta. También porque me aburrían quienes lo ganaban todo. Ahora, este Barça me aburre y me fastidian sus celebraciones con el excluyente "Visca el Barça, visca Catalunya".

Mi pasión es compartir lo que me gusta, la naturaleza, la historia y el arte. Por eso me hice pedagogo. Por eso nace este blog. Para compartir perspectivas de la vida desde la razón, el pensamiento crítico y la intuición.

Nos vemos en el rincón.

viernes, 10 de junio de 2011

Para escribir, basta con tener algo que decir

Estoy de estreno, experimentando en esto de crear un blog donde reordenar memorias, pensamientos y retazos de vida; sin más pretensiones que tener un rincón para el sosiego, el compromiso y la amistad. Una oportunidad para reflexionar, con mayor o menor fortuna, sobre hechos, noticias o ideas que surjan.

Te invito a este, tú rincón. Un lugar donde puedes exponer tus puntos de vista, otros enfoques distintos sobre el mismo tema.
Si quieres, nos vemos en el rincón del cabo.